La autodestrucción de España y Cantabria por falta de niños
30 de mayo de 2023
«A cámara lenta, la sociedad española está suicidándose», advertía el coordinador del Observatorio Demográfico de la Universidad San Pablo CEU, Alejandro Macarrón durante las VIII Jornadas Católicos y Vida Pública de Cantabria. En su ponencia, titulada ‘La autodestrucción de España y Cantabria por falta de niños’, Macarrón recordó que los nacimientos empiezan a caer en 1977, y que las madres nacidas en España tienen hoy un 65% menos de hijos que hace 45 años. «Esto debería ser motivo de máxima alarma, pero no lo es», dijo.
Macarrón presentó sus proyecciones, y advirtió de que, si no varía el número de hijos por mujer y sin contar los flujos migratorios, «España perdería la mitad de población de aquí a final de siglo». Criticó el énfasis puesto en la llamada España vaciada, «que no es, ni de lejos, el mayor problema de España, sino la natalidad y la integración de la inmigración», y mostró su preocupación por el envejecimiento de la población.
El ponente alertó de que el problema demográfico tiene efectos a todos los niveles –desde la antropología, porque al desaparecer la gente, desaparece cultura, hasta la afectividad, por el aumento de la soledad y los divorcios–, y advirtió de la distorsión que el envejecimiento provoca en los procesos electorales: «El reino de los votos está en los jubilados», planteó.
También insistió en que la inmigración no es la solución al desafío poblacional -«como mucho, una solución parcial», concedió-, porque la gran parte de las personas que llegan son mano de obra poco cualificada, porque no solucionan el problema afectivo de la soledad -«no puedo importar a alguien para que sea mi hijo», ironizó- y porque países como Francia o Bélgica muestran el riesgo de una mala integración sociocultural.
«Los choques de culturas han existido desde que el mundo es mundo», destacó Macarrón, y recordó que la llegada de inmigrantes no es una garantía. «Renunciamos a tener hijos para que vengan otros y los tengan por nosotros, pero ¿y si sus países se desarrollan y dejan de venir?», planteó. Macarrón concluyó planteando algunas propuestas. «Si faltan niños, no tiene sentido –señaló– que la sociedad sea hostil a la religión, y en concreto a la católica, porque estadísticamente la gente que más hijos tiene son las personas religiosas».