Dos son los grandes motores que nos mueven en la vida: el amor y la esperanza. (Ángel Herrera Oria)
17 de octubre de 2016
Hemos empezado el curso buscando en nuestra historia. De ese buceo en nuestro pasado, para fortalecer el presente, hemos sabido que la Asociación Católica de Propagandistas ya estaba presente en Cáceres, en el siglo pasado. Aunque tenemos conocimiento de que por los años treinta, en Cáceres ya existía Centro de la Asociación Católica de Propagandistas -ACdP-, capitaneados por León Leal, en los años setenta del siglo pasado, ya estaba la asociación aportando su granito de arena a la Iglesia Católica de nuestra Diócesis, y aún existen propagandistas de aquella época, que tienen mucho que aportar.
En el censo de propagandistas de la Secretaría General de nuestra Asociación, aparecía una propagandistas dada de alta el 24 de octubre de 1976, como socia cooperadora, Carmen Jiménez Gutiérrez, que está estupendamente con sus noventa y seis años y celebrando sus cuarenta años en nuestra asociación.
La otra tarde, estuvimos con ella, para que nos contara lo que hacían, quiénes eran, y cómo se organizaban… y ella, con una cabeza privilegiada nos contó, que en principio el centro estaba formado por unos ocho hombres. Entre ellos: Raimundo Gradilla, José María Ramírez Cárdenas, José Mateos -y otros más que, ahora no recuerdo yo, porque ella los citó a todos- y, sobre todo, Eduardo Pitarch, que era el secretario. Estos hombres se dieron cuenta que deberían tener en sus filas a mujeres, que aportaron mucho al centro. El secretario llamó a Felisa Leal, a Choni Silos y a Carmen Jiménez, de las cuales, sólo está entre nosotros ella: Carmen.
Se reunían periódicamente en casa del secretario, tenían sus Eucaristías mensuales, les fueron impuestas las insignias… -con una anécdota buenísima, porque sólo tenían una y se la fueron pasando de uno en uno.
Recordó con mucho cariño a Don Florentino Muñoz Muñoz y a Don Ceferino Martín Calvarro, quienes fueran sus consiliarios, que les acompañaron e iluminaron en esa etapa de la ACdP en Cáceres.
Eugenia y yo, pasamos una tarde entrañable con Carmen, que se va a repetir, seguro. Ella nos prometió seguir rezando por la Asociación, y acompañarnos en las actividades que ella, con sus limitaciones, pueda asistir.