
Higinio Marín aborda la corrección política en San Sebastián: “Lo woke es como una religión pero sin Dios”
13 de junio de 2025
La tarde del 9 de junio, el Hotel de Londres y de Inglaterra se convirtió en un espacio para la reflexión gracias a la conferencia del filósofo Higinio Marín, organizada por el centro de San Sebastián de la Asociación Católica de Propagandistas. Bajo el título “La corrección política y los irreductibles galos de Astérix”, el rector de la Universidad CEU Cardenal Herrera propuso un diálogo sobre los efectos del nuevo lenguaje dominante y sus implicaciones para la libertad y la convivencia.
La presentación estuvo a cargo del joven donostiarra Javier Ormazabal, graduado en Filosofía y Literatura por la Universidad de Navarra y actualmente doctorando en esa misma institución. Ormazabal es también coautor, junto con Julio Borges, del ensayo La posmodernidad en jaque, que imagina un debate entre C. S. Lewis y Gianni Vattimo, una referencia que sintonizó con el tono de la ponencia.
Tras ello, Marín abordó uno de los fenómenos más determinantes de la vida pública actual: la corrección política. A su juicio, este fenómeno funciona como una religión secularizada, carente de Dios y, por tanto, también del concepto de perdón. Señaló que quienes se adhieren a esta ideología tienden a considerarse moralmente impecables, lo que convierte a los demás en enemigos a cancelar o silenciar. Estableció un paralelismo inquietante con prácticas históricas de eliminación del disidente, como las que se vivieron en el País Vasco durante los años de actividad de ETA. Frente a esta lógica excluyente, Marín contrapuso la visión cristiana, en la que nadie es inmaculado y todos necesitamos el perdón, tanto para recibirlo como para ofrecerlo. Defendió la idea de que la religión, lejos de ser un instrumento de imposición, introduce una lógica de misericordia que falta en muchos debates contemporáneos.
El filósofo también denunció el modo en que ciertas posturas ideológicas contemporáneas se arrogan la autoridad de decidir sobre la dignidad de la vida humana, mencionando concretamente los casos del aborto o el trato a los enfermos. Para Marín, el desplazamiento de Dios como centro del valor de la vida abre la puerta a decisiones arbitrarias sobre quién merece vivir.
En la segunda parte de su intervención, se dirigió al público con un tono más afirmativo, invitando a recuperar el orgullo por la tradición cristiana y su legado: las universidades, la racionalidad, la compasión, el perdón, y el respeto a la vida humana desde sus comienzos. Recordó que, en la historia de las religiones, fue excepcional que el Dios de Abraham sustituyera los sacrificios humanos por animales, algo que marcó una diferencia civilizatoria crucial, evidenciada también cuando los españoles encontraron prácticas de sacrificios humanos en América. La gratitud ocupó un lugar importante en su intervención. Así, Marín subrayó la necesidad de educar desde la infancia en el agradecimiento, como actitud fundamental para formar personas capaces de compromiso y promesa, dos capacidades profundamente humanas que nuestra sociedad no puede permitirse perder.