Ejercicios Espirituales en Loyola: ¡Qué gozada ser cristianos¡
14 de octubre de 2024
- Texto de Javier de Miguel, propagandista del Centro de Bilbao
Acudíamos la tarde de aquel jueves doce de septiembre, envueltos en la niebla y la lluvia fina que lo envolvían todo, dispuestos a iniciar los Ejercicios Espirituales convocados entre los días 12 y 15 de septiembre y que, tienen lugar, como viene siendo tradicional, en la Casa de Espiritualidad del santuario de Loyola, en Azpeitia, Guipúzcoa.
Conscientes de la importancia que los Ejercicios Espirituales tienen para contribuir a formar el espíritu de los propagandistas y del papel importante que han jugado San Ignacio y el propio santuario de Loyola, en la vida espiritual y asociativa de la ACdP, iniciábamos el camino siguiendo al gran santo de Loyola quien instaba a entrar en los Ejercicios “ con ánimo e ilusión, a dejar hacer, con carácter abierto y confiado “, pues “ no el saber mucho llena el alma, sino el gustar las cosas de Dios”. Y todo ello, con el fin de propiciar el objetivo propuesto que es dejar que el Señor actúe en nosotros, buscando y rodeándonos del silencio necesario que propcie el encuentro con Cristo.
El punto de partida tenemos que situarlo en el don ( EE, 322, 4 ). Es el Espíritu quien nos insta a discernir el modo personal y libre de error que nos concede el Señor ( E.E., 2 ) y nos capacita para trabajar con paciencia, según sintamos la voluntad de Dios ( E.E. 169.1:313 ). Cada vez que meditamos el “ Principios y Fundamentos “ de los Ejercicios Espirituales ( E.E. 23 ), volvemos a ponernos ante Dios, renovando nuestra imagen de Él. Y esa imagen es la verdadera, la de un padre, dador de libertad, que nos quiere tal cual y como somos, comprensivo, misericordioso. Solo Dios es Dios y el peligro actual es que el hombre juega a ser Dios.
Y, cuando vamos encarando la recta final, llega el gozo de la Eucaristía en ese lugar tan especial que es la capilla de la Conversión, cerca, muy cerca de San Ignacio, allí donde todo empezó. Es el momento para meditar la llamada a encontrar a Dios en todas las circunstancias, en todas las personas, a través de una profunda mirada de fe. Sentir, en definitiva, la gozada de ser cristianos que como señalaba, santa Teresa de Calcuta : «el mayor acontecimiento de nuestra vida es ser cristiano».