Dos son los grandes motores que nos mueven en la vida: el amor y la esperanza. (Ángel Herrera Oria)
13 de junio de 2023
“¿Dónde están los cristianos?”, se preguntaba el filósofo Miguel Ángel Quintana Paz en la ponencia inaugural de las XVII Jornadas de Católicos de Vida Pública de Jerez, celebradas los pasados 27 y 28 de abril. El evento tuvo lugar en las instalaciones del obispado, y recogía como lema el tema nacional de la ACdP para este año: “Proponemos la fe. Transmitimos un legado”
Tras la inauguración de las jornadas -a cargo del obispo José Rico Pavés; la Secretaria General de la ACdP, Carmen Fernández de la Cigoña, y la secretaria del centro jerezano, Consuelo García de Angulo– Quintana Paz comenzó cuestionando la efectividad con que los católicos emplean los medios a su disposición para participar en la vida pública. “Hay dos vías para incidir en el ámbito público desde el campo de las ideas: los medios de comunicación y la educación, y en ellos la Iglesia no es un actor menor, ni discriminado”, reflexionaba Quintana.
En el campo de la educación, criticó la desproporción entre el “acceso inigualable” de la Iglesia a los ciclos de Primaria y Secundaria -sea por la multitud de centros católicos o a través de las clases de Religión- y los frutos evangélicos que constata. “Cuando enseñaba en la universidad, eran mayoría los chavales que habían estado 13 años estudiando Religión y llegaban a mi clase de Ética sin saber quiénes son Isaac o Abraham”, lamentaba. Quintana criticó también el contenido de ciertas clases de Religión: “Se están haciendo cosas muy raras; he oído que la Navidad es un tiempo muy importante para cuidar el medio ambiente”. En referencia a las 16 universidades católicas que hay en España, no obstante, señaló que la situación es mejor.
El ponente sí manifestó su “pesimismo” acerca de los dos principales medios de comunicación de la Iglesia: COPE y Trece TV. Por un lado, criticó que en ambos medios la presencia de la Iglesia se limite a “programas de sacristía”, en lugar de apostar por series, documentales o “debates contundentes”. “En lugar de eso -continuó-, me invitaron como tertuliano a Trece TV y descubrí que las tertulias no se centraban en transmitir el mensaje cristiano, sino en defender a un partido político concreto”, explicó, y confesó sentir “una contradicción fuerte” al ver “que cuando el mensaje de la Iglesia choca con el de ese partido, la opción es por lo segundo”, en referencia al debate sobre el aborto.
Tras exponer esta situación, Quintana dedicó la segunda parte de la ponencia a un tema más amplio: “La cristiandad hoy está bajo amenaza”, dijo, entendiendo “cristiandad” como una civilización construida sobre las bases de lo cristiano. “El cristianismo -añadió- nunca fue algo privado, destinado a las catacumbas, sino que tuvo desde el principio la aspiración de impregnar el imperio”.
En esta línea, defendió un modelo de cristiandad en el que se sumen el legado de Atenas Roma y Jerusalén. Esto se concreta en aspectos como la defensa de la razón -la búsqueda de la verdad y el rechazo a la mentira y a la “dictadura del relativismo”, en palabras de Benedicto XVI- o la mirada compasiva hacia la víctima, algo único entre todas las civilizaciones. “Pero si se quita a Dios de la ecuación, las víctimas se convierten en nuevos ídolos, sustitutos de Dios”, lamentó.
Cuando la transmisión se olvida de la corrección
La segunda intervención de las jornadas estuvo protagonizada por los tres sacerdotes que presentan en YouTube el programa de catequesis Red de Redes, producido por la ACdP: Jesús Silva, Patxi Bronchalo y Antonio Maria Domenech. “El bueno, el feo y el malo” -como se referían a sí mismos, bromeando- abordaron la cuestión de cómo transmitir la fe en un contexto como el actual.
“Son tiempos de ser valientes y audaces”, declaró Bronchalo, quien pidió “no avergonzarse de nuestra historia, construida sobre mártires y santos”. “En la Iglesia -reconoció- hay mucho pecado, pero también muchísima santidad”. Silva, por su parte, recordó que “la verdad no nos pertenece, sino que nosotros pertenecemos a la Verdad”, y criticó como “patético” el “buenismo y el bienquedismo” que -a su juicio- permea la Iglesia desde hace unas décadas. “No me he hecho cura para que me hagan la ola”, concluyó.
Silva consideró “surrealista” que hoy haya que decir “cosas muy evidentes, como que el aborto es pecado o que un hombre es un hombre, pero es lo que nos toca”, y añadió que “el anhelo del corazón del joven hoy es oír la verdad”. Domenech, reflexionando sobre cómo conjugar verdad y caridad, añadía que “si intentas poner la caridad como el principio único, la verdad se hace sitio dentro de la conciencia de esa persona”.
“Hemos de pedir a nuestros pastores que sean claros y que no hagan silencio ante leyes contra la vida”, insistió Silva. Los tres sacerdotes también hablaron, entre otros temas, de política -sobre la necesidad de votar en conciencia- y del “tiendepuentismo”. “Es una falacia: las redes sociales se han convertido en un ‘tiendo puentes excepto si no piensas como yo’, son puentes unidireccionales’”. “¿Y con el que no puedes hablar, qué puedes hacer? Rezar”, apuntó Silva.
“De ‘Sexo en Nueva York’ al rosario de la abuela”
“Yo creo en Dios porque veo lo que hace en mí, es fuertísimo”, aseguraba la influencer barcelonesa Carla Restoy, que ofreció su testimonio el segundo día de las jornadas. Presentada por el editor de CEU Ediciones y Secretario Nacional de Comunicación de la ACdP, Pablo Velasco, Restoy narró su proceso de conversión, “un puzle en el que fueron encajando muchas piezas”, describió, recordando cómo titularon en una ocasión su testimonio: “De Sexo en Nueva York al rosario de la abuela”.
La joven relató cómo sus padres se casaron por la Iglesia “por tradición”, pero que no tenían fe, y que decidieron no bautizarla a ella ni a su hermana, por coherencia. “El amor entre mis padres, que llevan 38 años casados, y el que nos tenían a nosotras fue una semilla”, dijo Restoy, que vivió su infancia y adolescencia alejada de la Iglesia. Su vida entró en crisis cuando se juntaron varios factores: una escoliosis la alejó del deporte y de las fiestas, y en el colegio empezaron a cursar dos asignaturas que le hicieron pensar; entre ellas, historia de las religiones.
“Por un lado, al dejar de salir de fiesta empecé a ver lo que yo hacía desde fuera, y cuando en el colegio estudiamos el cristianismo yo me di cuenta de que la idea de Dios es razonable, y que podía tener algo que ver conmigo”. Poco a poco, fue comprobando cómo el mensaje de la Iglesia coincidía con sus preguntas. También abandonó sus prejuicios sobre los creyentes -“pensaba que eran personas tontas o que habían sufrido mucho y no tenían donde acogerse”- y fue avanzando en el camino. “Me di cuenta de que necesitaba ser salvada”, reconoció. “Ser católica no te hace más o menos feliz, pero sí te da la seguridad de vivir conforme a lo que estás llamado a ser”, concluyó.
La escuela, las hermandades, los ‘scouts’
Las jornadas concluyeron con un debate moderado por Pablo Pomar, socio del centro de la ACdP en Jerez, en el que se compartieron experiencias de lugares tradicionales de transmisión de la fe en la ciudad andaluza: la escuela, las hermandades y el movimiento scout. Elena Aguilar, directora del Colegio Compañía de María de Jerez de la Frontera, insistió en la necesidad del testimonio para educar: “Es muy importante que la formación no vaya por un lado y la vida, por otro”.
Por su parte, María Isabel Zarzuela, consejera de Juventud de la Unión de Hermandades de Jerez, defendió la necesidad de dar protagonismo a la juventud en las hermandades. “Cada vez es más importante el acompañamiento y la escucha, hemos de hacerles un sitio, pero no para mandarles cosas sino para darles las llaves y que sea su casa”, dijo, y añadió: “Y si te hacen un botellón, que es tu temor, ¡pues preocúpate por cómo evangelizar ese temor!”. Por último, Gabriel Rubio, miembro del grupo Scout San Benito y librero diocesano, recordó que el modelo de los scouts “es Jesús de Nazaret”, y dijo que en el grupo se apuesta “por hablar con la vida el lenguaje del corazón, y no otro”.