HUESO BALLESTER, José María. Buñol (Valencia), 31.III. 1900 – Madrid, 21.XI.1988. Licenciado en Derecho. Licenciado en Filosofía y Letras. Síndico suplente de la Confederación Sindical Hidrográfica del Ebro. Diputado a Cortes. Presidente del Patronato de la Universidad Complutense.
Nacido en Buñol, por haber sido destinado su padre a la localidad valenciana para una corta estancia que, como médico, se prolongó sus últimos treinta y siete años de vida, realizó en Valencia sus estudios de bachillerato y la carrera de Derecho. Hizo el servicio militar en Zaragoza, en el regimiento de Lanceros del Rey. En la capital del Ebro vivió entre 1920 y 1933 y en su universidad cursó Filosofía y Letras, creando y participando activamente con Enrique Luño Peña (1900-1985) en la Federación Aragonesa de Estudiantes Católicos, a la que más tarde pertenecerían ilustres propagandistas, como Luis Legaz Lacambra (1906-1980). Fue redactor de El Noticiero, siendo director José María Sánchez-Ventura y Gastón (1890-1961).
Ingresaría en 1924 como secretario social en el Sindicato Central de Aragón, del que sería más tarde secretario general. En 1925 fundó la Unión de Remolacheros de Aragón, Navarra y Rioja, a la que dedicó iniciativas como el primer Congreso Nacional Remolachero, en el que recibió como secretario a delegaciones francesas, alemanas e italianas. Fomentó la creación de la Unión Nacional de Remolacheros y Cañeros, que superó la cifra de 22.000 afiliados. Apostando siempre por la vía asociativa como medio de articular la vida nacional, impulsó también, en 1927, el primer Congreso Cerealista (Valladolid), participando como ponente de organización sindical. Al concluir su etapa en el Sindicato Central había organizado o intervenido en más de mil actos: exposiciones de productos agrícolas, cursillos de viticultura, cursillos de divulgación agraria, prácticas. Creó el órgano de los Sindicatos Agrícolas, Aragón Agrario, que seguía publicándose en 1934, y no dejó de participar en asambleas de la Federación de Sindicatos celebradas en Teruel, Navarra o Logroño. En 1929 participaría en Barcelona en el Congreso Internacional de la Vid y el Vino, con motivo de la Exposición Internacional, representando a las entidades agrícolas de Aragón.
José María Hueso fue síndico suplente de la Confederación Hidrográfica del Ebro, que por real decreto habían pasado en 1926 a denominarse Confederación Sindical Hidrográfica. En 1930 participó como ponente en la Conferencia Nacional del Vino, en el palacio del Senado. Formó parte del Consejo Superior de Economía y de la Comisión Mixta Arbitral Agrícola, representando a los remolacheros, así de la misma comisión, como vocal de los propietarios de fincas rústicas. También representó a las entidades agrarias aragonesas como vocal de la Junta de Aranceles y Valoraciones.
Militante de Acción Popular, a principios de 1933 José María Hueso se sumó entusiasta al proyecto de unir las fuerzas antirrepublicanas en torno a la derecha católica, articulando el partido político confederal que conformaría la CEDA. Ya en noviembre del año anterior, la celebración de las asambleas de su formación y de la Derecha Regional Valenciana, habían supuesto un punto de inflexión. Don Ángel Herrera no cesaba de insistir en ello, como recogía continuamente El Debate. Ese mismo año fue diputado de la CEDA por la provincia de Madrid (entonces separada, como circunscripción, de Madrid capital), perteneciendo a la minoría de Acción Popular. Ejercía la abogacía en la capital, en cuya calle Eduardo Dato tenía su residencia.
Hueso representó el interés de la CEDA y la ACNdP por la cuestión agraria en las Cortes durante aquel bienio. Pocos desempeñaban, como él, puestos de dirección en asociaciones agrícolas, comprometida y activamente. Javier Martín-Artajo (1903-1991) era secretario de la Federación Agrícola Matritense, Ricardo Cortés Villasana (1890-1936) llegó a ser presidente de la Confederación Nacional Católico Agraria y Luis Fernández de Heredia y del Pozo secretario de la Unión de Remolacheros de Castilla la Nueva. Y no solo en las Cortes. En el interior de la CEDA promovió la difusión de pensamiento y doctrina. Así, en la asamblea nacional, a modo de congreso, que la confederación celebró en Madrid en abril de 1934, en un momento de especial cristalización de coordenadas ideológicas para las juventudes cedistas de las JAP, la undécima de las veinticuatro ponencias correspondió a Hueso, con el expresivo título: “Más propietarios y más justa distribución de las riquezas”. Hueso era entonces tanto vocal del Consejo de Trabajo, en representación de los patronos agrícolas y ganaderos de España, como de la comisión reguladora del precio del trigo y del pan en el Ministerio de Agricultura; secretario de la Confederación patronal agrícola y del Comité de enlace de entidades agropecuarias de España.
Mantuvo excelente relación con José María Gil Robles, a quien admiró. Se le atribuye en el discurso ante las juventudes de la CEDA en el monasterio de Uclés, en mayo de 1935, un vibrante “¡Jefe y cierra España!”, en el contexto del liderazgo personalista de aquel momento.
El 31 de mayo de 1935 contraía matrimonio con María Ángeles Montón Mosteiro (1909-1988), con quien tendría seis hijos, dos niñas que fallecieron a muy corta edad, y cuatro varones: Santiago, Fernando, Ángel Luis y Juan de Dios. En los primeros días de la Guerra civil los milicianos se presentaron en su casa, en el barrio de Argüelles, en la esquina entre las calles Ferraz y Rey Francisco. En un aparte, quien parecía ser líder dijo recordarle de Zaragoza. Es recuerdo familiar que nunca le dijo su hombre ni por qué, pero previno: debían hacer algo urgente y volverían a buscarle una hora más tarde. El matrimonio huyó y se escondió, acogido largos meses por buenos amigos bajo una de las cuevas, hoy tan frecuentadas como bodegas de hostelería y turismo, de los soportales de la Plaza Mayor. A aquella historia de angustia y heroísmo se suman otras de tantos que sufrieron persecución, como la de quienes consiguiendo algo tan preciado como un jamón en el Madrid sitiado, lo escondieron “Hasta que los Hueso Montón no consigan estar a salvo. Ése fue luego mi padrino, Fernando Benito, de Zaragoza”, refiere a uno de sus hijos, Fernando, quien nos facilita tantos de los datos que hacen posible trazar este perfil biográfico.
Hueso pertenecía desde su juventud a Acción Católica y desempeñaba activo apostolado en la Confederación Católica Nacional de Padres de Familia, que estuvo presidida hasta 1945 por el también propagandista Julián Pascual Dodero, que sería sustituido por el conde de Trigona, José María Mayans. Numerosísimos miembros de la ACNdP pertenecían a distintas juntas diocesanas de Acción Católica, muy comprometidos en campañas de moralidad y buenas costumbres. Desde la confederación, Cirilo Tornos, Tomás del Cerro y Juan Antonio Cremades, insistían, como Hueso, en la implicación de los padres de familia en el hogar, en la educación y formación de los hijos, así como en la recristianización del matrimonio. Ese apostolado activo cristalizaba en charlas, conferencias y círculos de estudios, como el que pronunciaba en el centro parroquial de hombres de Acción Católica de Nuestra Señora de los Ángeles en diciembre de 1944, con un título rotundo, “La Iglesia se enfrenta por primera vez con el socialismo moderno. Encíclica Quod Apostolici Muneris, de León XIII”. Por otro lado, en aquellos años se insistía en centrar esfuerzos en el entorno de los colegios y residencias de estudiantes universitarios.
La pedagogía era clara: presentar las claves del magisterio pontificio ante todo público y foro. En este sentido, José María Hueso desarrolló en uno de los círculos de estudios del centro de la ACNdP de Madrid en 1944, cuando la Asociación tenía como temario general “La restauración cristiana de la familia”, una ponencia sobre esta como pilar de la sociedad, a través, principalmente, del mensaje de Navidad de Pío XII en 1942, si bien recorriendo otros muchos textos de su magisterio. Merece la pena detenerse en su contenido, que reprodujo A.C.N. de P., pues condensa en pocas páginas su sólida fe, que cristaliza en un pensamiento lógico, trazado con método, expuesto con la prosa de la época y una coherencia y firmeza abrumadoras.
Comenzó afirmando que la Iglesia tiene en cada momento histórico el papa que precisa, asociando a los últimos pontífices las necesidades de su época. Si León XIII fue el de la cuestión social y los obreros, Pío X recordó la necesidad de que la humanidad se volviese hacia Dios y sus excelencias en la Eucaristía. Pío XI había sido el papa de la Acción Católica, promoviendo sin cesar la participación de los seglares en el apostolado. Y define a Pío XII como el papa de la Familia, “por la forma tan apasionada, tenaz y lúcida con que la defiende y exalta”. Recuerda que el pontífice había dirigido entonces ya solo a los recién casado 77 alocuciones y no dejaba de dirigir mensajes en atención a la familia, como “célula insustituible del pueblo, raíz natural de su grandeza y potencia”. Por eso, no dejaba de subrayar como grandes amenazas, las prácticas anticonceptivas de negación de la vida y la relajación del compromiso de los vínculos matrimoniales y familiares, ya presentes en la extensión del divorcio y las prácticas individualistas y hedonistas que, sin criterio moral y ético, avanzaban en las sociedades modernas. Especialmente sugerente deviene el razonamiento sobre las verdaderas causas de la limitación de la natalidad, entre las que cita ya el neomaltusianismo y supuestas dificultades económicas por el número de hijos, cuando la realidad es que el egoísmo se abría paso, muchas veces en capas sociales no precisamente pendientes de la carestía de la vida. O su defensa de la obligación de todo padre, recogida en el Derecho canónico, de procurar con empeño no solo la educación religiosa o moral, sino física y civil, hoy diríamos intelectual o académica, de la prole. Hueso refirió con claridad que el papa advertía que la escuela había comenzado a suplir, peligrosamente, la misión educacional paterna, bien por intromisión, bien por desidia de los progenitores, quedando desierta la formación del corazón, de la voluntad. Subrayaba que era misión del Estado proteger y promover la educación, pero con carácter subsidiario, sin absorber a familia ni individuo. Décadas más tarde, en los setenta, siendo secretario general de la Confederación Católica Nacional de Padres de Familia, sería nombrado Consejero Nacional de Educación, del que formaría parte sucesivamente como consejero titular y suplente en mandatos sucesivos. Llevaba años participando también en el asociacionismo de familias numerosas. En 1952 fue también uno de los primeros vocales de la recién creada Junta Asesora de la Prensa Infantil, que dependió del ministerio de Información y Turismo. En 1976, Hueso continuaba en la misma, adaptada como Comisión de Información y Publicaciones Infantiles y Juveniles, integrada en el Consejo Nacional de Prensa, en la que seguía representando a la Confederación. Su hijo Ángel Luis Hueso, catedrático de Historia del Arte (Historia del Cine) en la Universidad de Santiago de Compostela, recuerda que durante décadas formó parte de la Comisión Calificadora de Espectáculos (Cine y Teatro) dependiente de la Comisión Episcopal de la Doctrina de la Fé, que publicada semalamente aquellos Filmor, pequeñas fichas con breves comentarios sobre películas y su clasificación según su valoración moral (1,2,3R y 4), que se fijaban a las puertas de los templos y locales para su difusión. Formaría parte también, en varias ediciones, de los jurados del Festival de Cine de San Sebastián.
En los setenta y ochenta, se veía con antiguos diputados y militantes de la CEDA en una cafetería en la calle Fuencarral, cerca de la confluencia con San Mateo. Al preguntarle por aquellas tertulias, su hijo Fernando refiere que, hombre sereno y discreto, su padre nunca comentaba lo hablado, si bien alguna vez dejó entrever el desconcierto que suscitó la participación de José María Gil-Robles en lo que se llamó Contubernio de Múnich. Hueso no fue nunca franquista en sentido estricto. Desde luego, tampoco antifranquista. Era católico, de derechas y juanista. Fue profesor del Instituto Social Obrero, una de las obras de la Asociación Católica de Propagandistas, tan querida por el cardenal Herrera. Su valía profesional y sentido ético le granjearon indudable prestigio. Su nombre llegó a barajarse como ministro de Trabajo en la importante reforma de mayo de 1941, en la que Serrano Suñer salió del consejo de ministros. La cartera recayó finalmente en Girón. Le fue ofrecida la asesoría jurídica de los primeros proyectos de creación del Instituto Nacional de Industria, que declinó por observar excesivo sesgo político, si bien aceptó una prolongada etapa como abogado en EBRO.
Mantuvo estrecha amistad con el presidente de la Casa de Valencia, José María Martínez-Agulló y Márquez (1904-1977). El V marqués de Vivel, que sería abuelo de Alfonso Coronel de Palma, presidente de la Asociación Católica de Propagandistas, apadrinaría al menor de sus hijos, Juan de Dios Hueso. A José María Hueso le sería impuesta la insignia de la ACNdP el 22 de septiembre de 1963, en la misa celebrada en la capilla de Colegio Mayor de San Pablo.
Su hijo Fernando recuerda otras facetas de un perfil jurista, como su actuación en el Tribunal de la Rota o casos ante el Tribunal Supremo, siempre con tanta prudencia como discreción, de los que tan solo quedaron anécdotas como aquella que le llevó a decir: “fijaos, qué brutos, dos hermanos, han llegado al Supremo, ¡por un olivo!”. En octubre de 1975 fue nombrado presidente del Patronato de la Universidad Complutense, cargo al que renunciaría en 1983.
Del carácter de José María Hueso da buena cuenta la dedicatoria que el propio Fernando Castán Palomar le escribió sobre un ejemplar de la primera edición de su libro Aragoneses contemporáneos: “A José Mª Hueso, amigo entrañable, cuya gran cordialidad y cuyo generoso acogimiento hicieron posible que fuera posible este libro, en días difíciles, de los que el único recuerdo grato es aquella hidalguía sin límites”. Fernando Hueso recuerda a un padre extrovertido, conversador: “era comunicativo, muy sociable. Aunque tenía genio. Un viernes le invitaron al programa La Clave, de José Luis Balbín, y tuvo una discusión con un ginecólogo sobre el aborto. Era ya una época en que se sugerían las medias tintas, la permisividad. Mi padre expresó sus ideas con una claridad meridiana. Con libertad y claridad. Creo que es la verdadera herencia que nos dejó, saber hablar con libertad, claridad“. Le pregunto precisamente por esa televisión de la época, por la educación que les dieron: “Mi padre decía que la televisión reúne, pero no une. Él era de ideas claras. Vida de familia. De nuestros estudios se preocupaban los dos. A mi hermano mayor lo mandaron a los Jesuitas de Areneros, y a nosotros a los Reparadores de Evaristo San Miguel, los que luego crearon ESIC, que era una orden de origen belga, que en la Guerra Mundial vinieron a Puente la Reina, en Navarra y a Salamanca. Y con las notas, premios y castigos, sin ir al cine. Y las siguientes, aprobando, claro”. Al hablar de la fe, viene recuerdos: “Los domingos, mi padre venía de los Carmelitas de Plaza de España, con churros para todos. En sus devociones no faltaba su Virgen del Pilar y Nuestra Señora de los Desamparados. Él vivió de lleno el Concilio, lo acogió con expectación”.
Entre las distinciones con las que fue distinguido figura la gran cruz de la orden de Alfonso X el Sabio, que recibió el día de la onomástica del rey Juan Carlos, en el mismo real decreto en el que se concedió a Dámaso Alonso, Ramón Carande o Alfonso de la Serna.
Obras de ~: «Organización corporativa de la agricultura», 1928; Legislación agraria de la República. Abril-Septiembre 1931. Recogida y anotada por José Mª Hueso Ballester, Zaragoza, Cámara agrícola oficial de la provincia de Zaragoza, 1931; En pro de la Agricultura y Ganadería nacionales. Discursos pronunciados en la discusión del presupuesto del Ministerio de Agricultura por José María Hueso Ballester, Madrid, Imp. M. Minuesa de los Ríos, 1934; “La familia, célula del pueblo”, en A.C.N. de P., 332 (1.VI.1944), págs. 3-6;
Bibl.: BARREIRO GORDILLO, Cristina: Historia de la Asociación Católica de Propagandistas. III. La presidencia de Fernando Martín-Sánchez Juliá (1935-1953), Madrid, CEU Ediciones, 2010, págs. 126 y 353; CASTÁN PALOMAR, Fernando: Aragoneses contemporáneos. Diccionario biográfico, Zaragoza, Ediciones Herrein, 1934, págs. 245-247; MARTÍNEZ TOMÁS, Antonio: “Algunos recuerdos de veterano“, A.C. de P. Boletín Informativo Interno, 1050 (2002), pág. 5.
Fuentes: Archivo General ACdP-CEU; Archivo familiar de Ángel Luis y Fernando Hueso Montón y de Fernando y David Hueso Pérez; A.C. de P., Censo de Propagandistas 1º de Junio – 1975, pág. 16; Revista C.E.D.A., 21 (15.III.1934), pág. 14; Revista C.E.D.A., 47 (31.V.1935), pág. 12; A.C. de P., 143 (15.III.1933), pág. 4; 147 (15.V.1933), pág. 4; 195 (15.V.1935), pág. 4; 200 (1.VIII.1935), pág. 1; A.C.N. de P., 256 (1.XI.1940), pág. 3; 277 (1.XI.1941), pág. 5; 313 (1.VII.1943), pág. 8; 335 (1.VIII.1934), págs. 6 y 7; 341 (1.XII.1944), pág. 7; 343 (1.I.1945), pág. 7; 358 (15.X.1945), pág. 6; 393 (1.VI.1947), pág. 9; 444 (1.XI.1944), pág. 8; 446 (1.XII.1949), pág. 15; 659-660 (1-15.VI.1959), págs. 11 y 12; 669 (1.XI.1959), pág. 6; 760 (1.X.1963), pág. 6; Orden de 5 de febrero de 1952 (BOE 52, de 21 de febrero, pág. 805), por la que se crea la Junta Asesora de la Prensa Infantil; Orden de 23 de febrero de 1959 (BOE 52, de 2 de marzo, pág. 3519), por la que se nombran Consejeros de Educación Nacional a los señores que se citan; Orden de 22 de octubre de 1975 (BOE 265, de 5 de noviembre, pág. 23105), por la que se nombra Presidente del Patronato de la Universidad Complutense a don José María Hueso Ballester; Orden de 31 de mayo de 1976 (BOE 176, de 23 de julio, pág. 14286), por la que se dispone la renovación de la Comisión de Información y Publicaciones Infantiles y Juveniles integrada en el Consejo Nacional de Prensa; Orden de 30 de septiembre de 1976 (BOE 265, de 4 de noviembre, pág. 21731), por la que se dispone el cese y nombramiento de Consejeros Nacionales de Educación; Real Decreto 1441/1777, de 23 de junio (BOE 150, de 24 de junio, pág. 14215), por el que se concede la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio a los señores que se relacionan; Orden de 3 de septiembre de 1980 (BOE 235, de 30 de septiembre, págs. 21723 y 21724), por la que se dispone el cese de Consejeros nacionales de Educacion; Orden de 5 de octubre de 1983 (BOE 252, de 21 de octubre, pág. 28577, por la que se dispone el cese de don José María Hueso Ballester como Presidente del Patronato de la Universidad Complutense de Madrid.
ANDRÉS MERINO THOMAS