BARRIE DARHAN, Carlos. Cádiz, 3.X.1909 – Jaén, 5.VI.1981. Licenciado en Derecho. Abogado. Perito mercantil.
Cursa sus primeros estudios en el Colegio San Felipe Neri (Marianistas) en Cádiz, y los continua en Madrid, en el Colegio del Pilar. Se licencia en Derecho en la Universidad Central, donde también obtuvo el título de Perito mercantil.
Perteneció a la Confederación de Estudiantes Católicos de España, de cuya Junta Suprema fue vocal, así como al Apostolado de la Oración, Mundo Mejor y Acción Católica Parroquial, en sus Juventudes Católicas. Se inscribió en la Asociación Católica Nacional de Propagandistas, en su centro de Madrid, en 1928, y figura como tal en su censo de 1930 como «estudiante de Derecho y de Comercio, Velázquez, 9». Con anterioridad a hacer la promesa y recibir la insignia en la misma ciudad, el 31 de mayo de 1932, ya había impartido círculos de estudios. El 30 de enero de 1930 había expuesto ante sus compañeros la problemática de la autoridad y las leyes escolares laicistas en Francia. El 5 de marzo de 1931, disertaba sobre la dignidad del del matrimonio, a través de las claves de la encíclica Casti Connubii y exhortando sobre su valor muy por encima de cualquier bien o contrato, resaltando su carácter indisoluble y poniéndolo en relación con la gracia sacramental que Pío XI desarrollaba en su texto.
En la XVII Asamblea General de la ACNdP (Loyola, 1930), como era habitual, los secretarios nacionales y responsables de apostolados y actividades dieron cuenta de la marcha de la Asociación. Barrie informó sobre la Confederación Nacional de Estudiantes Católicos, que había organizado el congreso de Pax Romana abordando a continuación un punto delicado. Como organización a nivel nacional, la confederación se había adherido inicialmente a la Confederación Internacional de Estudiantes, pero esta había comenzado a promover huelgas universitarias de claro signo político izquierdista. Con indicación de las autoridades eclesiásticas, la Confederación Nacional había retirado su adhesión.
Por motivos profesionales, se trasladó a Barcelona. Cuando en diciembre de 1934 escribía a Madrid en nombre de los propagandistas de la Ciudad Condal, para adherirse a la conmemoración del XXV aniversario de la fundación de la ACNdP, lo hacía desde el entonces núcleo, pues la capital catalana no se había constituido aún en centro. En el Boletín ACNdP de aquel mes se informaba también de la suscripción nacional abierta para sufragar los gastos de la construcción de la casa de Ejercicios construida en la madrileña Ciudad Lineal, hoy avenida de Arturo Soria, que permanecería en pie durante cinco décadas. Llama la atención la significativa aportación de Barrie, el esfuerzo que hubo de suponer en sus economías de juventud. Al concluir la Guerra Civil, Fernando Martín-Sánchez le confirmaba como secretario del centro barcelonés, si bien en la primavera de 1940 un retorno temporal a Madrid, también por causa de su trabajo, hizo que Justo Manich se encargase interinamente de aquella secretaría.
En febrero de 1944, el obispo de Jaén, monseñor Rafael García y García de Castro (1895-1974) le nombraba vocal de su Junta pro Seminario. Un año antes había sido nombrado secretario del Patronato de Defensa de la Mujer en la misma provincia. Quizá intuía el prelado que su vocación era la de permanecer más tiempo en la capital jienense. Así fue. Barrie residiría allí el resto de su vida. El 1 de septiembre de 1945 se informaba en ACNdP que Jaén pasaba de ser núcleo a centro de la Asociación, con él como secretario. Desde su adhesión como socio inscrito en 1932, fue pasando por las sucesivas denominaciones históricas que los estatutos recogieron para los socios de vida activa en la Asociación. Así, en los diferentes censos se le asignaba como Socio Numerario Activo, que fue desde el 31 de Enero de 1955, o Socio Activo, desde el 3 de septiembre de 1973. Como hemos descrito, perteneció a la Asamblea de Secretarios, siendo Secretario del centro de Barcelona entre 1932 y 1940, del de Jaén desde 1943 y 1950. Volvería a serlo de éste entre 1973 y 1980. Y recibiría la medalla conmemorativa de los 50 años de ingreso de la Asociación. Habían transcurrido décadas de identificación a un carisma y un apostolado, como cuando en 1964 había planteado, en la LVI Asamblea de Secretarios, si era oportuno que el diario Ideal de Granada, de La Editorial Católica, recuperase en Jaén una delegación de redactores. En 1967, al aparecer en el Boletín en las listas de asistentes a la Asamblea de la Asociación en la Casa de Ejercitantes por un Mundo Mejor en La Granja de San Ildefonso (Segovia), lo hacía ya como correspondiente por Jaén, lo que indica que el centro había dejado de serlo, pasando sus propagandistas a pertenecer a la Asociación en esa calidad y denominación. En la LV Asamblea Nacional, celebrada en septiembre de 1968 en la ya mencionada Casa de Ejercicios del Pinar de Chamartín (Madrid), renovó su promesa.
En su trayectoria profesional, julio de 1940 es sin duda fecha clave, pues es nombrado Delegado provincial en Jaén del Instituto Nacional de Previsión, cargo que ejerció hasta su jubilación, en 1977. “A esta Delegación va unida, de modo expreso, la Delegación de la Caja Nacional de Seguro de Accidentes de Trabajo y la de la Caja Nacional de Subsidios Familiares, siendo, por tanto, Jefe en esa provincia de todos los servicios relacionados con los distintos Seguros Sociales encomendados al Instituto y a sus Cajas Nacionales”. Asociado al mismo cargo, en 1950 y 1968 es designado vocal del Consejo Asesor de la Delegación Provincial del mismo Instituto. En 1960 fue designado consejero de las Jornadas Técnicas Sociales organizadas por el Ministerio de Trabajo.
Es difícil resumir su tarea en el Instituto, creado como organismo dependiente del Ministerio de Trabajo con las competencias que hoy tiene la Seguridad Social. Precisamente llega a Jaén aquel 1940 con el encargo de organizar el sistema vinculante al INP. En un principio, su sede se situaba en la Casa de la Corona, en la calle Montero Moya. Bajo su supervisión pasaron, poco tiempo después, a la sede definitiva en la avenida del Generalísimo, en los números 9 y 11. Con su dirección e impulso se construyeron y pusieron en marcha dispensarios y ambulatorios en toda la provincia. Sea quizá obra señera la construcción, puesta en funcionamiento y dirección de la Residencia Sanitaria “Capitán Cortés”, en la capital jienense, en cuyo complejo impulsaría, en 1972, el edificio de maternidad y atención infantil. O la residencia sanitaria en Linares y pequeñas poblaciones como Villacarrillo, que vieron inversiones constatables para el funcionamiento no solo de sus ambulatorios, sino de centros de atención a discapacitados.
Su labor no se limitó a gestión. Tras su nombramiento, sobre todo en los primeros años, contribuyó como profesor a la formación profesional de los funcionarios, impartiendo diferentes materias en distintos cursillos. Es interesante subrayar el contenido e importancia que se concedía entonces a algunas de las que explicó, como “Moral profesional y Ética en el trabajo”. Era lógico. Pertenecía a las Hermandades Profesionales de Trabajo, estando adscrito al Grupo de Empresas del INP, que era la Hermandad de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, contribuyendo activamente a sus iniciativas y progreso. En octubre de 1948, él mismo escribió en primer número que se publicó del boletín informativo del grupo: “Todo lo que tienda a acrecentar y consolidar la relación permanente de un auténtico compañerismo, de una verdadera camaradería y de una mutua estima entre el personal del Instituto, ha de ser recibido con satisfacción y ha de encontrar un decidido apoyo en mi…”.
Barrie ejerció como letrado en la misma entidad del INP hasta la modificación de la normativa al respecto. Había ejercido como abogado, incorporándose al Colegio de Abogados de Barcelona en 1933. Más tarde, en 1940, se inscribe en el de Madrid, seguidamente en Jaén, y también lo estuvo en el de Granada. Pudo desarrollar su profesión liberal siempre en situaciones de no incompatibilidad con asuntos relacionados como la Magistratura de Trabajo como letrado del Instituto Nacional de Previsión, cuando le fue requerida dedicación exclusiva, y sobre todo tras su jubilación como funcionario. Mientras tanto, su trayectoria como Delegado del INP en Jaén acarró numerosas colaboraciones y asesoramientos técnicos en su área profesional, que en no pocas ocasiones recibieron no solo agradecimientos, sino felicitaciones y distinciones. En 1948, el Consejo del Grupo de Empresa de “Educación y Descanso”, le impone la Medalla de Oro, “Por las reiteradas demostraciones de cariño y comprensión hacia la Obra Sindical”. En 1949 es felicitado por el Delegado General del INP “por el apoyo que presta a la Asociación constituida en Torredonjimeno (Jaén), por los ancianos de dicha localidad que disfrutan los beneficios del Subsidio de Vejez”. En 1966, al cumplirse veinticinco años de su gestión al frente de la Delegación Provincial, le fue concedida la Medalla de Plata de la Previsión Popular.
Contrajo matrimonio en Barcelona, el 30 de Octubre de 1936, con María Teresa Huelin Rocamora. Tuvieron siete hijos: María Teresa, Carlos, María del Carmen, Francisco Javier, José Joaquín, Beatriz y María Josefa. Al redactarse estas líneas, en octubre de 2023, viven María del Carmen, Beatriz y María Josefa. El domingo 9 de noviembre de 1958, la muerte a los catorce años de su hijo José Joaquín (Pizca) fue, en palabras de su hija Beatriz, “difícil como nada. Era el Día del Domund que, por la feria, en Jaén se había trasladado. Con qué fuerza y entereza cristiana sobrellevaron este hecho y como afrontaron el día a día para que el resto de la familia siguiera adelante. Hasta en esos momentos, ahora lo sabemos, lo edificante que supieron vivirlo fue ejemplo para todos”. Tuvieron dieciocho nietos y de ellos hay hoy 35 bisnietos.
El testimonio de su hija Beatriz, que agradecemos muy sinceramente al hacer posible trazar este perfil biográfico, nos recuerda su carácter “tímido, muy reservado y extraordinariamente discreto en todo lo referente a su vida”. “Era firme en sus convicciones, con inquebrantable fe, que le movía y de la que se servía en su quehacer diario. Tenía gran sentido del humor, una ironía fina e inteligente. Su educación se había basado en el respeto al prójimo. En primer lugar, la valía humana, más que el estamento o la procedencia social. Era un trabajador incansable. Recto en su comportamiento, exigente con los suyos, fiel a sus colaboradores de siempre, recordaba bien a los de antaño”. Al ser preguntada sobre forma de ser, costumbres, Beatriz Barrie recuerda bien su infancia: “Era muy disciplinado en costumbres y horarios. Recuerdo de niña, si te despertabas de madrugada, ver siempre encendida la luz de su despacho”. Subraya que era un gran lector: “Le gustaba todo tipo de lectura, de pensamiento de cierta altura y profundidad, de autores que escogía, intelectuales de relevancia. Leía, creo recordar, tres periódicos diarios, y revistas. Mi tío Eduardo Huelin, jesuita, comentaba que había libros en la biblioteca de casa que había leído mi padre que ni él mismo, en su larga vida y formación como sacerdote, había podido leer. Tenía colecciones completas y series de la Biblioteca de Autores Cristianos y muchos libros similares, de temas parecidos. A nosotros, de pequeños, nos cuidaban mucho en casa la lectura, además de la típica de la edad, nos daban a leer vidas de santos, vidas ejemplares, que nos encantaban. Era también melómano, amante y gran conocedor de la música clásica”.
Subraya la fe de Barrie. “Era de misa y comunión diaria. Iba cada mañana antes de comenzar su trabajo, a las siete. Cuando falleció, el curita de la parroquia le recordaba porque “echaba de menos su presencia”, era “don Carlos, ese señor que se sentaba siempre en el mismo lugar, a la izquierda del templo”. “Mi padre era asiduo practicante de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, acudía a la casa de ejercicios que correspondiese cada año. Recuerdo un confesor que tuvo, don Rafael, que era cieguecito y muy devoto de la Virgen del Carmen, solo celebraba esta misa, siempre la misma, que era la que se sabía de memoria, y como mi padre le ayudaba como monaguillo. Tenía una gran sensibilidad por la gente mayor. El día del Perpetuo Socorro íbamos a las Hermanitas de los Pobres. La Hermandad del Trabajo servía una comida en esa festividad, y allí estábamos todos ayudando”. Su hija tiene presentes las costumbres familiares: “Mis padres hicieron de la Navidad algo bonito y alegre, que en cada época y edad vivimos de forma distinta, pero siempre entrañable. Asistíamos a la Misa de Nochebuena en la Residencia Sanitaria, junto a las monjitas, y luego él visitaba a todos los enfermos de las plantas. Todo ello antes de la cena en casa. Recuerdo cantar los villancicos al rededor del Belén, que era enorme, hecho por mis hermanos mayores y como tía Carmen Barrie, al piano, nos dirigía los cantos. También, como ayudábamos, mi hermana pequeña y yo a preparar los regalos de Reyes para los niños de los funcionarios. O cuando en Semana Santa íbamos todos a los Oficios, nos enseñaban como seguirlos con los misales. Como visitábamos los Jueves Santos los Sagrarios. Recuerdo a mi padre, el Viernes Santo, durante su desayuno, escuchando por la radio el Sermón de las Siete Palabras del padre Sobrino, en silencio “porque había muerto el Señor”, como decía la Tata Ción, tan gaditana, o la Vigilia de Resurrección”. Tantos recuerdos asociados a un padre, con ternura y cariño, al que une “también la costumbre diaria del rezo del rosario después de la comida y, cómo intentábamos “escaquearnos”, alguna vez que otra, algunos de nosotros y, cómo éramos llamados “a capítulo”. Y como siempre, el hacer de mi padre no era el discurso o la regañina, que esto último también se practicaba en ocasiones. Era más su ejemplo ante las circunstancias lo que nos marcaba”.
Al preguntar qué era para su padre la familia, en definitiva, responde clara: “Junto a mi madre, construyó un ambiente muy familiar, de respeto y de costumbres cristianas, de valores morales profundos, de ambiente alegre, que añoramos con mucho cariño. Y todo ello a pesar de las dificultades de los tiempos y de lo que significaba una familia numerosa”. De pensamiento monárquico, Barrie perteneció en su juventud a un movimiento de esta ideología, y también, por aquellos años, colaboró en la edición de una revista de esa orientación, de pensamiento cristiano. Ciertamente, su sentido del deber y compromiso dejó huella en sus hijos. “De mayor, aún con la experiencia que te da la vida -continúa su hija Beatriz-, cuando algo iba surgiendo que alteraba tu día a día, pensabas qué hubieran hecho mis padres ante circunstancias similares. Y siempre estaba ahí su ejemplo como solución. Recuerdo, una vez, ya casada, que le telefoneé para pedirle consejo. Yo tenía que asistir por designación ineludible, salvo justificación, a presidir una mesa de votaciones, y me decían que no fuese. Eran las primeras elecciones que se convocaban en España, y cierto sector de mi nuevo entorno no lo consideraban muy oportuno. Mi padre solo me dijo: ¿estás segura de que la persona que te sustituya lo hará igual que tú? Fue suficiente. Ese era mi padre… Con un sentido de la responsabilidad muy grande que nos supo trasmitir”.
A finales de mayo de 1981, Carlos Barrie cayó enfermo. De nuevo recuerda su hija Beatriz: “Era gran devoto del Sagrado Corazón de Jesús y practicaba los Nueve Primeros Viernes. Cuando cayó enfermo, en realidad, lo que padeció fue un derrame cerebral durante once días hasta su fallecimiento, de los cuales en cualquiera de ellos hubiera podido morir por su gravedad. Pero falleció un viernes, 5 de junio de 1981, donde ese año concurrían el Día del Sagrado Corazón de Jesús y también Primer Viernes de Mes… A lo largo de su vida, desde el silencio y la discreción acudió en ayuda de quien lo necesitaba. Y debió de ser en demasía pues así lo comprobó mi madre en toda su extensión a su fallecimiento, y así se lo revelaron los que de él recibieron, unos detallando como les ayudo en un momento crítico y otros por las asignaciones que mi padre les proveía. Recuerdo uno de ellos, muy tierno, un curita, que fue capellán de la Residencia, y que en su vejez no cubría sus mínimas necesidades y lo “preocupado” que estaba pues: “Ahora que iba a ser de él…” Esta forma de ser lo concretó y así lo definió tío Eduardo Huelin, cuando ofició su funeral: “su mano izquierda nunca supo lo que hacía su mano derecha…”.
Bibliografía: Gutiérrez García, José Luis: Historia de la Asociación Católica de Propagandistas. II. Ángel Herrera Oria. Segundo Periodo (1923-1935), Madrid, CEU Ediciones, 2010, págs. 217, 311 y 534; Martín Puerta, Antonio: Historia de la Asociación Católica de Propagandistas. IV. Las presidencias de Francisco Guijarro Arrizabalaga (1953-1959) y de Alberto Martín Artajo Álvarez (1959-1965), Madrid, CEU Ediciones, 2010, págs. 101 y 759.
Fuentes: Archivo General ACdP-CEU; A.C. de P., Censo de Propagandistas 1º de Junio – 1975, pág. 8; A. C. N. de P., 80 (20.XI.1929), pág. 2; 81 (5.XII.1929), pág. 1; 82 (20.XII.1929), pág. 29; 84 (20.I.1930), pág. 2; 94 (20.VI.1930), pág. 9; 100 (20.XI.1930), pág. 1; 101 (5.XII.1930), pág. 1; 104 (20.I.1931), pág. 2; 106 (20.II.1931), págs. 1 y 2; 107 (5.III.1931), pág. 1; 108 (20.III.1981), pág. 2 y 3; 109 (5.IV.1931), pág. 1; 118 (30.I.1932), pág. 2; 119 (15.II.1932), pág. 2; 123 (15.IV.1932), págs. 1 y 4; 126 (31.V.1932), pág. 3; 128 (30.VI.1932), pág. 1; A. C. de P., 162 (1.I.1934), pág. 8; 172 (1.VI.1934), pág. 1; 179-180 (15.IX-1.X.1934), pág. 18; 185 (15.XII.1934), pág. 6; 196 (1.VI.1935), pág. 8; 200 (1.VIII.1935), pág. 3; A. C. N. de P., 240 (1.I.1940), pág. 3; 242 (1.II.1940), pág. 3; 247 (15.IV.1940), pág. 3; 249 (15.V.1940), pág. 6; 251-252 (15.VI-1.VIII.1940), pág. 5; 325 (15.II.1944), pág. 6; 343 (1.I.1954), pág. 7; 349 (1.IV.1945), pág. 6; 356 (1.IX.1945), pág. 3; 365 (1.II.1946), pág. 8; 417 (15.VII.1948), pág. 6; 420 (1.X.1948), pág. 5; 490 (1.I.1952), pág. 10; 527 (1.X.1953), pág. 6; 547-548 (1.VIII-1.IX.1954), pág. 9; 555 (1.I.1955), pág. 1; 570-571 (1-15.IX.1955), pág. 2; 653-654 (1-15.III.1959), pág. 2; 709 (15.VIII.1961), pág. 6; 756-757 (1-15.VIII.1963), pág. 13; 784 (1.X.1964), págs. 1 y 2; 803 (15.VII.1965), pág. 6; 850 (VIII.1967), pág. 6; 851 (IX.1967), pág. 3; 863 (IX.1968), pág. 8; Catálogo General de la A.C.N. de P., 1930, págs.19 y 54; Orden de 27 de diciembre de 1942 por la que se nombra la Junta Provincial del Patronato de Protección a la Mujer en Jaén (BOE 8, de 8 de enero de 1943, pág. 284); Resolución de la Delegación Provincial del Instituto Nacional de Previsión en Jaén de 8 de septiembre (BOE 219/1972, de 12 de septiembre, pág. 16617); Resolución de la Delegación Provincial del Instituto Nacional de Previsión en Jaén de 30 de octubre (BOE 273/1973, de 17 de noviembre, pág. 22313); Resolución de la Delegación Provincial del Instituto Nacional de Previsión en Jaén de 8 de octubre (BOE 244/1975, de 11 de octubre, pág. 21490); Resolución de la Delegación Provincial del Instituto Nacional de Previsión en Jaén de 15 de enero (BOE 17/1977, de 20 de enero, pág. 1410); III Anuario del Instituto Nacional de Previsión, Madrid, Ministerio de Trabajo. Publicaciones del Instituto Nacional de Previsión, 1948, pág. 32; Testimonio de doña Beatriz Barrie Huelin, hija de Carlos Barrie Darhan (Octubre 2023).
Andrés MERINO THOMAS