ALBAREDA HERRERA, José María. Caspe (Huesca). 15. IV.1902- Pamplona
(Navarra). 26. II.1966. Primer Secretario General del Consejo Superior de
Investigaciones Científicas (CSIC).
Hizo sus estudios universitarios en la Univ ersidad de Madrid, Facultad de Farmacia, y
en la de Zaragoza, en la Sección de Ci encias químicas. Obtuvo los correspondientes
doctorados de Farmacia y Ciencias en 1927 y 1931. Inició su carrera docente como
catedrático de Agricultura en el Instituto de Enseñanza Media de Huesca, en 1928. Siete
años más tarde se trasladó al Instituto Velázquez, de Madrid. En 1939 fue nombrado
director del Instituto de Enseñanza Media Ramiro de Maeztu y en 1940 catedrático de
Mineralogía y Geología aplicadas en la Facultad de Farmacia de la Universidad de
Madrid. Su formación científica se inició en el Instituto de Bioquímica del profesor
Rocasolano y en el laboratorio de Electr oquímica del profesor Ríus Miró, en la
Universidad de Zaragoza. De 1928 a 1929 trab ajó en el Institut für Chemie der Land.
Hochschule, de Bonn, con el profesor Kappen. De 1929 a 1930 trabajó en el
Agrikulturschemischen Laboratorium, de la Eidg. Tech. Hochschule, con el profesor
Wiegner, y en el Pflanzenbau-Institut, de la Universidad de Königsberg, con el profesor
Mitscherich. En 1932 fue nombrado becario de la Fundación Ramsay por la Real
Academia de Ciencias, y trabajó durante dos años en la Rothamsted Experimental
Station (Inglaterra), en Bangor (Gales) y Aberdeen (Escocia).
No obstante, su labor más destacada la rea lizó cuando fue llamado por el ministro de
educación Ibáñez Martín, para hacerse responsable de la secr
etaría general del Consejo
Superior de Investigaciones Científicas, ór gano fundado en 1939 como elemento rector
de la política científica del Estado y con el obj etivo de fomentar, orientar y coordinar la
investigación científica española. Su labor lo enmarca como uno de los hombres
principales del siglo XX de España. Dirigi ó el Instituto de Edafología y Fisiología
vegetal, en cuya rama fue especialista e investigador, y desempeñó el cargo de
vicepresidente del Patronato «Alonso de Herrera», ambos del Consejo. La
responsabilidad de José María Albareda fue intentar restituir un c
lima científico a un
país que no lo había tenido. En una etapa inic ial, la Junta de Ampliación de Estudios
ayudaba a los estudiantes a completar sus es tudios en el extranjero, pero no había
ninguna institución que los pudiese recuperar. Albareda creó esa institución, que fue a
partir de entonces el generador de una política científica moderna. La situación previa
no era nada agradable, teniendo en cuenta que durante la guerra el Frente Popular había
expulsado a centenares de profesores universitari os de la categoría de José J. Zubiri,
Américo Castro, Claudio Sánchez Albornoz o Gregorio Marañón entre otros. Personas
que tendrían la oportunidad de reintegrar se a su país de origen. En 1964, a los
veinticinco años de su creación, el CSIC contaba con 188 instituto
s y centros de
investigación por toda España, 33 de e llos de estudios locales; con unos 2.500
científicos de los que cerca de 600 eran profes ionales de la investigación; y con más de
600 jóvenes en formación en centros extranjeros en 1964.
Su reconocida talla científica como primera figura mundial en Edafología le llevó a ser
reconocido como académico titular desde 1941 de la Real Academia de Ciencias
Matemáticas, Físicas y Naturales, y de la R eal Academia de Farmacia de Madrid. Desde
1948 fue académico de la Academia Pontificia de Roma, académico correspondiente de
la Real Academia de Ciencias de Barcelona y de la Academia de Ciencias Matemáticas
y Físico-Químicas de Zaragoza. También fue académico titular de la Real Academia de Medicina de Madrid. Fuera de nuestras fronteras fue miembro colaborador del Instituto
Internacional de Ciencias Políticas y Social es aplicadas a países de civilizaciones
diferentes (INCIDI), de Bélgica. Miembr o correspondiente del Forschungsanstalt für
Landwirtschaft, Braunschweig. Miembro cola borador del Instituto de Antropología de
la Universidad Nacional de Tucumán (Argen tina). Miembro del Ingeniörs Vetenskaps
Alcademien, de Estocolmo. Miembro correspondiente de la Arbeitsgemeinschaft für
Forschung. Miembro de la Orden de Santiago de la Espada, de Portugal; Gran Cruz de
la Orden de Alfonso X el Sabio. Miembro correspondiente de la Braunschweigische
Wissenachaftliche Gesellchaft. Presidente es pañol del primer Congreso de Estudios
Pirenaicos y presidente español de la Unión Internacional respecti
va. Presidente del V
Congreso internacional del INQUA. Comendador de la Orden de Orange-Nassau, de
Holanda. Tuvo la posesión también de la encomienda de Isabel la Católica, de la gran
cruz del Mérito Militar. Formó parte de la Comisión Nacional de Cooperación con la
UNESCO. Como científico de talla pública, tuvo la representatividad social como
procurador a Cortes.
La labor científica no ensombreció la espir itual. Como miembro del entonces Instituto
secular Opus Dei. José María Albareda que había conocido en sus
tiempos de
estudiantes a San José María Escrivá de Balaguer en 1935, se convirtió en uno de los
primeros miembros del Opus Dei en 1937. En 1959 se ordenó sacerdote, aunque sin
abandonar su intensa labor académica. Un año después se convertía en Rector de la
Universidad de Navarra, de la cual se en cargó hasta su fallecimiento en 1966. Bajo su
mano, la entidad se convirtió en una de las mejores universidades españolas, con un
fuerte referente en el extranjero.
OBRAS.-: El suelo, Madrid, S.A.E.T.A., 1910; Origen y formación del humus, Instituto de Edafología
del C.S.I.C., Madrid, 1948; Edafología (en colaboración con Ángel Hoyos), Madrid, S.A.E., 1948 y 1955;
Consideraciones sobre la investigación científica, Madrid, CSIC, 1951; Vida de la inteligencia.
Magisterio español, 1971; Los oligoelementos en geología y biología , CSIC, Madrid, 1955; e innumérales
artículos en revistas de la materia.
BIBLI.-: GINES DE ALBAREDA HERRERA, Enciclopedia de la Cultura Española, Ed. Nacional,
Madrid, 1963, T. 1. p. 148-149; FRANCISCO PONZ, “En el centenario de José María Albareda” en ABC
14. IV.2002; ADOLFO CASTILLO GENZOR, Albareda fue así: semilla y surco, Madrid, 1971.
ENRIQUE GUTIÉRREZ RÍOS, José María Albareda (una época de la cultura española) , CSIC, Madrid,
1970; E. GUTIÉRREZ RÍOS, El lenguaje simbólico de la Naturaleza , «Atlántida» 41, Madrid, 1969;
RAMÓN BLASCO NOGUÉS, José María Albareda Herrera. Farmacéutico aragonés. En el centenario
de su nacimiento, Colegio oficial de farmacéuticos, Zaragoza, 2002; ROSARIO DE FELIPE, Homenaje a
José María Albareda en el centenario de su nacimiento , CSIC, Madrid, 2002; JOSÉ MANUEL
SÁNCHEZ RON, Martillo y piedra. Historia de la ciencia en España (siglos XIX y XX), Taurus, Madrid,
1999; JOSÉ MANUEL SÁNCHEZ RON (coord .), La Junta para la Ampliación de Estudios e
Investigaciones Científicas 80 años después , 2 vols., Madrid, CSIC, 1988; ANDRÉS VÁZQUEZ DE
PRADA, El Fundador del Opus Dei , T. 1, Rialp, Madrid, 2004.